Déjame contarte una historia. Es sobre dos chicos. El primero, un artista visual que recorre las calles en busca de espacios donde desarrollar su arte. Su especialidad: el graffiti, el breakdance y los performances. Se hace llamar Witty Boy. Algunos allegados dicen que aprendió a hablar a los catorce años, pero que desde muy niño ya dibujaba en papeles que le daba su madre.
El segundo lleva por nombre Salvador Andrade. Es poeta y actor porno. Su bebida favorita es la coca-cola. Ha escrito algunas obras de teatro que ningun director serio se ha atrevido a montar, ya que según afirman, son inmorales y pornográficas. Tiene inéditos los libros de poemas Todos los santos huelen a orines y Anti-Poesía para Dummies. Algunos dicen que se parece a Eddie Vedder. Otros no.
Hace sólo algunos meses decidieron reunirse para trabajar en equipo. Al comienzo no sabían lo que iban a hacer, la única certeza era el cúmulo de ideas que cada uno traía consigo, y la creciente repulsión por el arte dominante, no sólo en Colombia, si no en las principales capitales del mundo.
1.12.06
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