22.1.07

El ambiente de Hay Festival me recuerda a Disneylandia, donde nunca he estado



Trabajo como librero. Durante el pasado Hay Festival estuve vendiendo libros en la principal librería de la ciudad. Este año haré lo mismo. Conozco el mecanismo a la perfección. Son muchas las personas que vienen desde diferentes partes del país y desde el exterior. Desean ver a sus escritores favoritos. Hacen fila para que les autografíen sus libros. Se fotografían junto a ellos. Todo el ambiente me recuerda a Disneylandia, donde nunca he estado. A pesar de esto no tengo nada en contra de Hay Festival. Después de todo es un encuentro literario, que si bien fue creado con fines comerciales, hay que abonarle el tan amplio estímulo que ejerce hacia la lectura. Por lo menos más que el reinado nacional de belleza.

Pero cabe recordar que Hay Festival no se hace en una ciudad cualquiera. Se realiza en Cartagena de Indias, una de las ciudades más bellas y miserables de todo el mundo. En un artículo titulado La ciudad de los espejos, Alberto Abello, ex director del Observatorio del Caribe Colombiano, dice: “…en Cartagena el 80% de la población vive en estratos 1,2 y 3; el 15% de la población se ubica en los estratos 4 y 5 y sólo el 4% en el estrato 6. Aquí, 65% de la población vive bajo la línea de pobreza.” Además hay que agregar que la ciudad se ha convertido en uno de los principales puntos de llegada de la población desplazada debido al conflicto armado colombiano. Esto ha generado que la taza de ocupación laboral haya disminuido en proporciones alarmantes (sólo 46 de cada 100 personas en edad de trabajar tienen empleo), y por ende, que los índices de violencia hayan aumentado.

Prueba de ello es el incidente que le ocurrió el pasado 25 de diciembre a una amiga mía. Se llama Diana como la diosa griega y es la administradora de la librería en la que trabajo. Ella salía de una reunión en la casa de su prima en el barrio El Cabrero, hacia la avenida Santander, donde se disponía a coger un taxi. En ese momento se le acercó un tipo en una moto y le propinó tres disparos de bala, de los cuales sólo uno penetró su cuerpo. Luego le arrancó el bolso y se marchó. Un rato más tarde en la sala de cirugías del Hospital de Bocagrande, un grupo de médicos intentaba salvarle la vida. La bala le había perforado el estómago y el pulmón izquierdo. La cosa no fue fácil pero se salvó. En este momento Diana se recupera satisfactoriamente.

Pero este hecho que le ocurrió a mi amiga sólo es una prueba del lamentable estado en el que se encuentra Cartagena. Estoy seguro de que el tipo de la moto hace parte del inmenso grupo de desempleados. A los problemas hay que buscarles la causa. ¿Qué pensará nuestro señor presidente de todo esto? Considero que la bala disparada contra Diana no sólo atentó contra su cuerpo. También lo hizo contra una ciudad que se vende como pan caliente, en la que se respira una paz imaginaria, lo hizo contra la cultura y lo hizo también contra la dignidad humana. Por eso no comparto la frase que Peter Florence, el inglés que creó Hay Festival, ha escrito en el programa de mano del evento: “Cartagena de Indias es el lugar perfecto para celebrar una fiesta”.


Salvador Andrade



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8 comentarios:

Afronena dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Afronena dijo...

En Colombia, la gente anda enamorada del "inmediatismo" americano... ese mismo inmediatismo que hace que la medicina haya dejado de ser una ciencia (y práctica) clínica; una que se preocupe por buscar las causas profundas de una enfermedad y no de la solución de efectos sintomatológicos de la misma. Por eso, más de la mitad del país piensa que acabar con la guerrila es la solución de todos los problemas del país... cuando la guerrilla (y la violencia común) no es más que una comsecuencia de un problema mucho más profundo.
En Colombia, desafortunadamente, la violencia es un trabajo. Una manera de llevarse el pan a la boca... porque el hambre si es un asunto que pide una solución con total inmediatez.
Me encanta el Lizarazus Project. Cuando vaya a Cartagena, Los quiero conocer...
Un abrazo desde gringolandia

Íos Fernández dijo...

El año pasado estuve en el Hay Festival, falsifiqué un carné estudiantil, revendí boletas para comprar y leer los libros de algunos de los escritores, escribí un informe http://aquinovivenadie.blogspot.com/2007/01/hubo-festival-informe-desde-la-otra.html . Tambien colaboré con un artículo en el No Hay Festival de Medina Reyes. Este año mientras otros vienen yo me largo hacia Bogotá: demasiada farándula, demasiada fiesta para un chico castigado. Por fin un hombre serio, así debe ser la navidad para quien no estudió durante todo el año. Adiós Disneylandia, adiós.

Vale dijo...

Excelente publicación Salvador... un poco más normal que las típicas, aunque todas me gustan... esta me llegó al alma.

rafi ben eliah dijo...

"quiero un jugo de fresa contodo light".
att: la cuello de monda

rafi ben eliah dijo...

efraim medina es un falso hermafrodita y si hay festival

nobody dijo...

Gracias salvador por tus certeros
y siempre satiricos comentarios
sobre la "elite-cultural" de la ciudad ,yo de verdad nunca participo en nada
de lo que aqui se hace...quiza soy demasiado pobre para pagar el titulo de intelectual
posdata: quien carajo te dio mi correo!

Anónimo dijo...

Tal vez la analogía es pertinente. Ambos espacios: Disneylandia y Hay Festival en Cartagena son el producto de la necesidad actual de vender por vender, sobre todo realidades imaginarias. No te tomarías fotos con ratas o ratones de verdad, a no ser que sea el simpático ratón Mickey. Esa ficción es la misma aplicada en Cartagena: tiene sentido hacer un festival literario en un pueblo como este, por que le materia literario que ofrece es muy variado, para escritores y lectores. Pase lo que lo pase, tienes algo que contar (y por ende, que vender), así sea trágico o cómico. ¡Quien no se viene a un lugar así! Así sea a pasar trabajo.